sábado, 17 de noviembre de 2007

Lo realmente importante es impermeable

Asi que, aquí estoy, como turista invasor en el lobby de un hotel seco. Asi que, aquí estoy, como un reclamo de un dios con poco sentido del humor. Asi que, aquí estoy, como un adulto, recordando estar de frente a la pila de basura de mis memorias de infancia. Aprendí que no hay que subestimar la necesidad de los ríos de convertirse en ladrones. Aprendí que no hay que subestimar la estupidez humana de los mecánicos burócratas, de los gobernantes sin sexo, de los costales de arena inserta. Aprendí que los refrigeradores flotan y los símbolos no. Que contigo o sin ti, los autos flotan y chocan y se hunden en su propia depresion de otoño. Aprendí de la felicidad de los felinos, de autopsias de colchones, de impresiones de cucarachas. Aprendí que las catarinas resisten, que los papeles se inflan. Aprendí que puedo ser vagabundo, náufrago y damnificado en un sólo día. Aprendí que el apoyo viene de quien menos lo esperas (Magda, Valeria, Yuritza). También viene de quien sí lo esperas (Lalo, Lluvia, Valeria, Fa, Angelica, Juan, Francisco). Aprendí a esperar poco de quien ya sabías que no haría nada por salvarte, de quien se preocupa por otras personas (ya sabes de quién hablo).

Sería sencillo empezar con un todo empezó esa tarde, pero no tengo ganas. Sólo quiero decir que es impresionante como cambian tus prioridades de vida en tres dias, en una tarde, en una hora. Cuando estas simulando que caminas por los pasillos de tu casa con agua en la cintura, algo realmente jodido está pasando. Te das cuenta de que buscas salvar lo caro, lo que cuesta trabajo reponer por el precio, pero no salvas lo valioso. Finalmente, también te das cuenta de que todo es nada, y de que lo que no salvaste son esas pequeñas cosas, esos detalles que le dan seguridad a tu vida, cada vez que entrecierras los ojos al dormir. Sería sencillo terminar con un nos pondremos de pie, no importa quien intente tirarnos, pero no quiero hacer botín político. Podría terminar, en homenaje a mi padre, con un lo que todos necesitamos es abogar por una Secretaría de la Despensa Nacional, pero es una ironía tan magnífica que él debería escribirla.

Terminaré, como una anticrónica de este tipo merece terminar, con una frase ineludible, inesquivable, insulsa, irrelevante, intocable.

Finalmente, te das cuenta de que lo realmente importante es impermeable.